viernes, 23 de agosto de 2013

Nuestra proyección de nosotros mismos no es más que una vaga representación, fruto de nuestras apariencias, miedos, inseguridades y anhelos. Proyectamos una máscara, una máscara defensiva; nos la colocamos en nuestro día a día hasta perder la perspectiva, hasta que la representación del simulacro se vuelve contra nosotros y se convierte en realidad, se adhiere al alma, como un parásito, un parásito que contamina y envenena hasta que lo consume todo por dentro y lo vuelve oscuro. De esa manera no dejamos que nadie entre en nuestra realidad, porque nosotros mismos nos hemos apartado de ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario