Y así es como uno sentado frente al otro, se miraron, asintieron y cada uno se amputó su dedo meñique con una hoja afilada en señal de respeto y perdón. Ambos se intercambiaron los dedos que previamente habían depositado en un pañuelo blanco, y se lo guardaron como muestra de aceptación y perdón de la gran ofensa cometida por el otro. Acto seguido se levantaron y cada uno se marchó por su camino.
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