viernes, 24 de junio de 2011

Susurros en la noche.

La adelanté por la derecha a las seis de la mañana, mantuvimos la mirada unos pocos segundos, fueron suficientes. Me siguió en su coche, cogí el desvío de la Nacional IV dirección a mi casa, ella me dio con las largas, aminoré la velocidad y se puso a mi lado; sonrió, me guiñó un ojo y aceleró. Le gustaba el juego, y a mí jugar; continuamos varios minutos de cortejo bajo las luces de la ciudad, dobló la esquina y se paró.

Abrió la puerta de su Audi, de su radio salió un conocido tema de electrónica de los ochenta, vino directa hacia mí; tacones rojos, blusa a rayas, no recuerdo más.

Se metió en el coche, se acercó y me susurró al oído: hazme tuya.

Sigo sin recordar su nombre después de varios días, solo recuerdo aquellos ojos negros y el rastro de olor a gasolina que dejó su coche perdiéndose en el horizonte.

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